Coger a miles de millones
de hormigas,
y construir un teatro
cósmico.
Separarlas, enfrentarlas,
cortarlas las antenas y
ponerlas a luchar,
todas contra todas.
La hormiga es enemiga de
la hormiga,
en eso consiste el teatro
orbital.
Los más débiles no
valen,
los menos preparados
están condenados.
-¿Los más débiles,
los menos preparados?
Las luces y la
escenografía deslumbran
los ojos de estos
insectos,
que siguen la función,
queriendo ser la cigarra
que ven en televisión.
- Pero..., ¡si las
cigarras
no son hormigas!
Recuerda,
la hormiga es la enemiga
de la hormiga,
se mira al espejo y se
repudia
por no poder ser cigarra.
El guión de la obra
es muy sencillo,
trabaja, hormiga,
desóllate,
porque nunca serás nadie,
si nada puedes tener.
El final, siempre es el
mismo,
las hormigas pasan hambre,
se echan la culpa unas a
otras,
atacan la sangre de su sangre,
y la obra vuelve a
comenzar.
-¿Y quién la dirige?
Aunque para los actores
tal teatro no existe,
y llaman soñadores
a los que pueden ver
mas allá de la caverna,
son las cigarras las que
están detrás,
las que vencieron la
guerra.
Aquellas, que solo cantan
y nunca trabajaron,
esta burbuja inventaron
para que los sudores
de miles de millones de
hormigas,
llenen la barriga del glotón,
den de comer su ambición,
mientras machacan las vidas
de los que perdieron las antenas
y no saben quién son.